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24.8.06

La llamita desafiante de Bellott

Después del estreno de ¿Quién mató a la llamita blanca?, el director reflexiona sobre los mensajes de su película y los debates que puede provocar. Bellott habla de su visión de Bolivia, los mensajes que transmite y denuncia al asesino de la llamita blanca



Hubo un día en el que Rodrigo Bellott pensó que no podría terminar la película. Estaba filmando en Santa Cruz de la Sierra cuando recibió una llamada y se enteró que la peta de los protagonistas se había incendiado. Sentado, frente a la piscina del hotel, sintió que el cansancio y la derrota invadían su cuerpo. Ahora, año y medio más tarde, recuerda el incidente con humor.
Mucho se ha dicho acerca de ¿Quién mató a la llamita blanca? Para algunos es una comedia que presenta las virtudes y defectos de Bolivia. Otros la ven como una obra política que se esconde detrás del humor y dice las verdades que pocos se animan a denunciar. Bellott tiene la interpretación oficial. Habla sin pelos en la lengua y desnuda el mensaje de un filme que desea convertir los problemas en risa.
- En la película hay droga, sexo, humor, mentira, amistad, compañerismo, corrupción, ¿Qué trata de decir sobre Bolivia?
- Cuando uno quiere tapar el sol con un dedo, peca de hipócrita. Queremos desnudar a Bolivia, con todas sus imperfecciones, problemas y enfermedades. Todo lo que mostramos pasa en la realidad, no nos hagamos los imbéciles y seamos honestos.
Lo que me gusta de Jacinto y Domitila es que son sobrevivientes. No son criminales porque así lo decidieron. “Son las circunstancias, Domitila”, dice el personaje de Miguel Valverde. Los que tejen esas circunstancias son los jerarcas. Esa gente corrupta que convierte en enemigo público a los que quieren trabajar, a los que no tienen otra opción. Así sean cholos o cambas. Pagan justos por pecadores en este país. Somos todos víctimas y responsables de la mierda que nos toca vivir. El problema es que nos hacemos los locos y preguntamos ¿Quién mató a la llamita blanca? Creo que todos la matamos.
- Es una película que le falta el respeto a todos, ¿Tiene algún temor a repercusiones negativas?
- No creo que sea una película ofensiva. Al contrario, está hecha con mucho respeto y humor. Aquél que no sabe reírse de sí mismo, no está vivo. Nadie es perfecto, somos todos una huevada.
El hecho de que Erika Andia asuma interpretar el papel de una narcotraficante, significa que se siente responsable de las cosas que pasan en nuestro país. Pero ella sabe que puede cambiarlas. Podría ser un filme ofensivo si sólo criticara, pero tiene un mensaje propositivo.
- ¿Qué criterios utilizó para distribuir los espacios geográficos en la película?
- La historia siempre estuvo por encima de las regiones. Jacinto y Domitila son paceños, por eso La Paz tiene tanta exposición. A partir de esta historia queríamos mostrar lo más posible de Bolivia. También cortamos muchas escenas filmadas en Santa Cruz. Eran comiquísimas, pero no favorecían a la historia. Tengo en total 50 horas de rodaje. Queremos hacer un DVD con las escenas borradas.
- Si no están en competencia, ¿por qué estrenaron en Santa Cruz durante el festival?
- Tengo un compromiso de cariño con el festival. Y bueno, no entramos en competencia porque se hacía complicado para la organización y nos iba a ocasionar muchos problemas logísticos. Además, soy cruceño y adoro mi tierra, tengo una responsabilidad con Santa Cruz. En La Paz y Cochabamba también recibo mucho apoyo, así que al final fue una decisión complicada.
- El final de la película puede resultar confuso, ¿está satisfecho con la resolución de la historia?
- Si. Es una película de tinte fantástico, nada realista. Desde el hecho de que hay una peta que cambia de colores y un personaje que habita dentro de distintos seres. No buscamos realismo perfecto. Desde el principio trabajamos en base a una supresión de la realidad, que es coherente con el final del filme.
- ¿Qué le cambiaría?
- Me encantaría que dure más tiempo. Lastimosamente el género apenas aguanta una hora y 45 minutos. Hay errores técnicos y muchas otras cosas por mejorar, como el sonido. Si hubiésemos tenido más tiempo y dinero, habría salido un mejor producto final.
- ¿Qué propuesta cinematográfica plantea con ‘La llamita...’
- Un retorno a Sanjinés con una visión contemporánea. En EEUU unos críticos me dijeron que esta película tenía un estilo ‘neo barroco contemporáneo’. Es MTV con folclore. El barroco nacional con los colores de la whipala. El boliviano está acostumbrado a celebrar con mil cosas a la vez. Por eso utilizamos múltiples pantallas, serpentinas, textos y juegos gráficos.
Me interesa rescatar los valores e intereses políticos de Sanjinés, que son muy importantes y se habían perdido. Pero no quiero volver a la misma visión. El mundo ha cambiado. Hemos cambiado como cultura y como regiones. Ésa es mi visión de Bolivia, una challa de todos los colores, sabores, chicha, frutilla, cerveza. Hasta la Coca Cola es boliviana.
Esa noche, cuando Bellott supo que la peta se había quemado, no bajó los brazos. Junto a su equipo de producción fueron capaces de solucionar el problema y continuar con el trabajo. Ahora que pasó el frenesí del estreno y que los flashes desaparecieron, el director y los productores pueden descansar. Es el momento para que el público haga su trabajo y decida si a la llamita la matamos todos o fue culpa de Mister Bolivia.